El desembolso inicial que supone adquirir una vivienda es uno de los mayores inconvenientes que encuentra el comprador a la hora de decidir entre comprar o alquilar. Dado que las entidades suelen conceder, como máximo, un 80% de financiación, la mayoría de los clientes debe contar con un colchón de, al menos, el 30% del valor del inmueble. Y es que, además de necesitar el 20% que no les presta el banco, también deben hacer frente a una serie de gastos iniciales e impuestos. Estos incluyen:
Así, para un inmueble valorado en 150.000 euros, el comprador deberá contar, como mínimo, con 30.000 euros para llegar hasta el 100% del valor de la hipoteca. Si, además, se añaden los gastos de apertura y el pago de otros impuestos, el cliente deberá tener ahorrados 15.000 euros más, es decir, en total unos 45.000 euros para solicitar un préstamo hipotecario.